Construir puentes interculturales.


La migración, emigración e inmigración, es a menudo difícil de vivir tanto para las personas migrantes como para las instituciones de acogida. Por un lado, incluso en el caso en el que la decisión de dejar su tierra haya sido una elección, las personas migrantes pueden estar desestabilizadas por los eventos migratorios que han vivido, por lo que precedió a la migración, por su viaje migratorio a veces traumático, por las condiciones de acogida, por la falta de reconocimiento o el sentimiento de falta de reconocimiento, así como por la nostalgia del propio país y familia, entre otros factores.

La migración no sólo es un viaje físico y geográfico sino que también es un viaje interno, una movilidad personal, intrínseca. Dicho de otra manera, el exilio no sólo es un evento sociológico sino también un evento psicológico.

En París, tuve la oportunidad de poder participar en varias consultas de terapias transculturales, llamadas también consultas de etnopsicoanálisis. Este dispositivo surge de la interacción entre la antropología y la clínica psicológica, psiquiátrica y psicoanalítica.Sorprendido al principio con este dispositivo inhabitual, pude entender mejor las historias de las personas migrantes con las que trataba diariamente, la complejidad de sus trayectorias migratorias, la interacción de los aspectos culturales, y además tener en cuenta otros puntos de vista que me permitieron mejorar la atención que como profesional les proporcionaba. Co-construir nuevas pistas de acción y facilitar el encuentro de mundos diferentes, occidental y oriental, también fue una aportación de este dispositivo que integra el marco cultural de los usuarios y sus representaciones.

Una terapia transcultural es un dispositivo mestizo y cosmopolita de mediación, conciliación y de apoyo psicoeducativo para las personas migrantes. Integra las particularidades culturales de los usuarios y se evocan, aparte de teorías científicas, teorías etiológicas como por ejemplo los niños brujos. El vínculo entre lo cultural y lo psíquico es muy importante.

Este dispositivo permite la cohabitación de diferentes lógicas e intenta acercar mundos a priori contrarios. Es un proceso de mediación, de gestión de conflictos pero también de creación. Otro  objetivo es modificar las prácticas profesionales. El grupo de profesionales es heterogéneo, lo que permite una materialización de la alteridad. Cada uno de los terapeutas tiene un origen cultural diferente y la variedad de las formaciones de los profesionales es esencial. También, en los grupos transculturales, el usuario puede, si lo desea, estar acompañado por miembros de su familia, sus representantes legales o su familia extensa, también por miembros de su comunidad.

Las terapias transculturales se basan en algunos principios fundamentales tales como la “universalidad psíquica” y el “complementarismo”. La universalidad psíquica es parte fundamental del psiquismo que es igual para todos los seres humanos. Esta universalidad de funcionamiento y de proceso interno supone que no haya ni jerarquía de valores ni de representaciones, sea cual sea la  cultura de la persona. Aunque el funcionamiento psíquico es igual para todos los seres humanos, las sintomatologías, si que dependen del entorno cultural. En cuanto al complementarismo, George Devereux fue el primero en plantear esta perspectiva complementarista en 1950. El complementarismo es una herramienta terapéutica que utiliza de manera complementaria (y no comparativa) varias disciplinas para analizar el comportamiento humano: la antropología, la psicología, y el psicoanálisis. Este enfoque permite una lectura múltiple de las situaciones  que viven las personas migrantes. Esta mezcla de disciplinas representa mucho más la alteridad que un dispositivo terapéutico ordinario. Así pues, las teorías tradicionales se utilizan y se analizan y dejan de ser creencias ingenuas para convertirse en “palancas” de sentidos.

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